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Muerte en el espacio


por Mila Oya

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•Sinopsis

Tinamura Arca, la joven científica y capitana de la nave espacial Spray, se enfrenta a un nuevo servicio de recogida de residuos conscientes. La terrible muerte de un muchacho en el Planeta Ariel requiere su presencia. Ros Tal se empecina en acompañarla, pero Tinamura sabe que todos los servicios conllevan problemas y peligros. Por supuesto se enfrentará a ellos con imaginación y valor, esperando que la suerte la acompañe.

•Personajes:

Tinamura Arca: Capitana de la Spray
Spray: Software de la nave
Ros Tal: Científico dado por muerto en el planeta desierto Sobertal.
Orego: Director del Hogar del gremio científico.
Alnis: Alumno listillo del Hogar del gremio científico.
Tobías: Alumno tímido del Hogar del gremio científico.
Jusi: Alumna pasota del Hogar del gremio científico.
Lomena: Alumna listilla del Hogar del gremio científico.
Sirol: Alumno malote del Hogar del gremio científico.

Muerte en el espacio
POR MILA OYA

Acto primero

En pie en la cabina de la nave espacial Spray, la capitana Tinamura Arca y el joven científico Ros Tal discuten acaloradamente.

Ros Tal: ¡Tiene que permitirme bajar al planeta, capitana Tinamura!
Tinamura: ¡Por todos los calvos de Évoly, señor Tal! ¿Es que ha perdido la cabeza? Ya le he dicho que no voy de paseo. Tengo que realizar un servicio. ¡Es trabajo! ¿Acaso no lo entiende, señor Tal? ¡Trabajo! De ninguna manera voy a permitirle que interfiera en mi vida profesional. Ya le he dicho un millón de veces que pasar desapercibida y no levantar sospechas es vital para mi y para mi familia.
Ros Tal: Nadie me descubrirá, se lo prometo. Mi manto de invisibilidad ha dado sobradas muestras de su eficacia. Ningún dispositivo puede detectarme y lo sabe.
Spray: Capitana Tinamura, el señor Ros Tal está en lo cierto. El manto de invisibilidad ha demostrado una efectividad del cien por cien.
Tinamura: ¡Spray, maldito software prehistórico! ¿Ahora te alías con este insoportable polizón en mi contra? ¿Es que has pillado algún tipo de virus informático? De ninguna manera pretendo dejar que este científico chalado vuelva a bajar conmigo nunca más. ¡Cualquiera podría tropezar con él y mi identidad falsa se vería comprometida! ¡No pienso permitirlo!
Spray: No pretendía ir contra usted, capitana Tinamura, solo constataba el hecho de la eficacia del invento del señor Ros Tal. Le ruego me perdone y que mantenga su palabra de no volver a llamarme jamás software prehistórico. Es insultante e hiriente.
Tinamura: (Furiosa caminando como fiera enjaulada por la nave) ¿Insultante e hiriente? ¡Por todos los calvos de Évoly! ¡Es que estamos todos locos en esta nave! Si tú solo eres un maldito software y este joven desequilibrado un tío oficialmente muerto que se ha colado de polizón sin mi consentimiento. ¡Ninguno tiene derecho a poner en peligro a mi familia! ¿Está claro?
Ros Tal: (Suplicante) Le prometo que no pondré en peligro a nadie. Le juro que pasaré totalmente desapercibido. ¡Pero tengo que bajar a tierra! Debo encontrar un dispositivo para comunicarme de nuevo con el resto de la galaxia. Sabe que desde esta nave no puedo ejecutar el programa que oculta el origen de la emisión. Necesito un dispositivo en tierra firme. ¡Es mi única oportunidad!
Tinamura: ¡Pues la lleva clara, señor Tal! ¡No va a poner un pie en tierra de ninguna de las maneras! No es un descenso de recreo. Tengo que trabajar y recoger los restos conscientes de un fallecido con mi unidad de recogida de residuos, respetando la legislación de la Federación de Galaxias. No tengo tiempo para sus ridículas conspiraciones interplanetarias.
Ros Tal: ¡Qué egoísta ha resultado ser, capitana Tinamura! Así que mi preocupación por la venta ilegal de un estudio sobre bacterias capaces del control mental en seres conscientes es ridícula. ¿Y su teoría conspiranóica con la agrupación de genes Ag3ab, esa sí es cosa seria? ¡Ya me explicará porqué!
Tinamura: ¡Se lo explico en un segundo, señor Tal! Porque afecta a mi familia y a mi misma. ¿Acaso no le parece un motivo de peso que quiera proteger a los míos?
Ros Tal: (Tratando de ser conciliador) ¡Claro que lo entiendo! Y no pretendo poner en peligro ni a usted ni a su familia. He demostrado mi lealtad. Podría haberla denunciado como impostora y no lo he hecho.
Tinamura: Porque no le ha quedado otra. Al fin y al cabo, usted ha sido dado oficialmente por muerto. No puede sacar la nariz de esta nave sin terminar en alguna prisión olvidada.
Ros Tal: (Desesperado) ¡Póngase en mi lugar! He intentado alertar a los medios de comunicación más importantes y a todo el parlamento de la Federación de Galaxias de la inminente venta del peligroso estudio sobre el control mental. ¡Y no ha sucedido nada! He buscado desesperadamente alguna referencia a mi denuncia por el Eternet y… ¡No hay nada! Tengo que bajar e intentarlo de nuevo. ¡La seguridad del mundo depende de mí!
Tinamura: (Con sorna) ¡Jua! Pues es el mundo está apañado. ¡Jua! Se lo digo una vez más. ¡Lea mis labios! (Repite lentamente) No- va- a-bajar, señor Tal.
Ros Tal: (Patalea nervioso) ¡Brrr! ¿Es que no entiende que algo muy gordo se está cociendo ahí afuera? ¿Qué otro motivo podría haber para que nadie se haya hecho eco de la terrible información que les he hecho llegar?
Tinamura: ¡Es usted un crío! ¿De verdad se cree que a los medios de comunicación les interesa de verdad lo que sucede en la galaxia? ¡Jua, no me haga reír! ¿Acaso ha leído algo sobre el doctor Anosa detenido en el planeta Tarkano porque sus genes contenían la temida agrupación Ag3ab? No, queridísimo señor Tal. (Con retintín) Los medios de comunicación del Eternet están repletos de chorradas. Las cosas que le pasan a la gente común no interesan a nadie, “ queridísimo señor Tal”.
Ros Tal: (Masculla molesto) Puede llamarme Ros.
Tinamura: A nadie interesa que estén deteniendo a personas inocentes, solo porque poseen la maldita agrupación de genes Ag3ab. Pero yo no consentiré que encuentren a mi familia. Bajaré al planeta Ariel, recogeré los residuos conscientes que la compañía me ha ordenado y sin que nadie sospeche de mi falsa identidad, regresaré del Hogar científico con el encargo cumplido y sin novedad.
Ros Tal: ¿Hogar científico? ¡Yo podría ayudarle con eso! Me he criado en un hogar científico del planeta Olis. Todos los hogares de acogida de los gremios se organizan más o menos igual. Podría servirle de guía para no hacer nada que llame la atención. Le sería de gran ayuda oculto bajo mi manto de invisibilidad.
Tinamura: ¡Por todos los calvos de Évoly! ¡No es no! No hay nada que pueda decirme que me haga cambiar de opinión.
Ros Tal: ¿Ni siquiera que soy un joven sin familia, criado en un Hogar de acogida científico que siente la necesidad vital de visitar, después de tantos años, su hogar de la infancia?
Tinamura: ¡No sea crío, señor Tal! ¡Acaba de decirme que se educó en el planeta Olis! ¡Eso está muy lejos de aquí! ¡Mal intento!
Ros Tal: (Iracundo grita) ¡No me llame crío, llámeme Ros!
Tinamura: Le llamo crío porque es usted un inmaduro y un inocente, “señor Tal”. (Con retintín)
Ros Tal: (Fuera de si) ¡Pero si somos casi de la misma edad! ¡Y si yo soy un inmaduro y un inocente, usted es una desagradable y una antigua, “capitana Tinamura”! (Dice también con retintín)
Tinamura: ¿Antigua yo? ¡Por todos los calvos de Évoly! ¿Cómo se atreve?
Ros Tal: ¡Exactamente, una antigua! ¿De dónde demonios ha sacado esa ridícula expresión sobre los calvos de ese planeta ridículo? ¿De un hogar de jubilados pudientes?
Tinamura: (Furiosa) ¡Soy una joven científica, capitana de una nave espacial! ¿Puede haber algo más moderno que eso?
Ros Tal: ¡Permítame que me parta de risa ahora mismo! ¿Tinamura Arca moderna? Solo hay que contemplar su triste indumentaria para saber que la moda no es lo suyo. ¡Jua! ¿Y acaso sabe algo de dispositivos de última generación? ¿Sabe, tal vez, lo que es un Braz y su increíble operatividad como laboratorio científico? Veo por su cara que ni idea. Es un brazalete tecnológico. Lo último de lo último. El dispositivo definitivo que todos los jóvenes amantes de la ciencia ansían poseer. ¡Y a usted ni le suena! ¡Es increíble! Le apuesto lo que quiera, por ejemplo, una bajada al planeta Ariel, a que el nombre del famoso Tu-Dú tampoco le dice nada.
Tinamura: ¡Me importa un bledo su famoso Tu-Dú! ¡Ya le he dicho que no bajará al planeta conmigo!
Spray: ¡Capitana, Tinamura! Estamos a punto de ingresar en la zona de influencia del planeta Ariel. Las disputas deben finalizar y Ros Tal debe ocupar su lugar bajo el manto de invisibilidad para no ser detectado.
Tinamura: (Con sonrisa maléfica) ¡Ya lo ha oído, señor Tal! Su aliada en esta nave le indica su posición. Le ruego que se cubra con su manto y me alegre la vida con su ausencia, “señor Tal”.
Ros Tal: ¡Brrrr! ¡No la soporto! (Grita) ¡Y llámeme Ros! (Se cubre con el manto de invisibilidad)
Spray: ¡Nos disponemos a aterrizar, capitana Tinamura! Le recuerdo que ahora es usted la joven científica que capitanea la nave Spray. Compórtese como tal y así no atraerá sospechas sobre su persona.
Tinamura: (Masculla) Será mejor no comportarse como el tal Tal o el servicio será un desastre.

Acto segundo

Tinamura Arca y la unidad de recogida de residuos conscientes se hallan ya en el planeta Ariel. El director del Hogar científico, director Orego, la acompaña a la sala donde se encuentran los restos que deben ser retirados.

Orego: No le envidio su trabajo, capitana Tinamura. Nosotros, en el Hogar científico de acogida, todavía estamos conmocionados. Ha sido un golpe muy fuerte perder a uno de nuestros pupilos. Ha sido duro para todos que un trivial accidente escolar haya terminado en un hecho tan luctuoso como una muerte. ¡El pobre muchacho, solo en el aula! ¡Es tan triste! Ya sé que en estos tumultuosos tiempos en los que vivimos no resulta fácil para los jóvenes encontrar un empleo, pero, aún así, me pregunto cómo una joven científica como usted ha acabado en el servicio de recogida de residuos conscientes.
Tinamura: Usted lo ha dicho, director Orego. No están los tiempos para escoger. Además las facilidades de financiación que proporciona la compañía para adquirir la nave y la experiencia en horas de navegación siempre son un buen incentivo.
Orego: Comprendo. La vida no es fácil para nadie. (Con un gesto serio le muestra la sala) ¡Aquí es! No puedo evitar sobrecogerme. La muerte de Soro ha sido un mazazo para toda la comunidad. Comprenda que todos estos jóvenes están solos en el mundo. Nosotros acogemos a aquellos que manifiestan atracción por la ciencia y les proporcionamos un hogar, con cariño y educación. Somos como una gran familia. Y ahora esto. Uno de nuestros muchachos muerto cuando estaba solo en el aula de biología. ¡Es una verdadera tragedia!
Tinamura: Le acompaño en el sentimiento.

La capitana Tinamura, seguida de la unidad de recogida de residuos, penetra en la sala que le muestra el director Orego. En ese instante, Ros Tal, protegido por su manto de invisibilidad, aparece tras la capitana y atraviesa corriendo la sala sin ser detectado. Permanece alejado de la charla revisando con minuciosidad el aula de biología.

Orego: ¡Gracias, capitana Tinamura! La dejo ya con su trabajo. Si necesita algo, llámeme, por favor. Cuando termine, yo mismo la acompañaré de regreso a su nave.
Tinamura: Gracias a usted. Ha sido muy amable. No tardaré mucho. Imagino que están ansiosos por recuperar la normalidad después de un suceso tan triste.
Orego: Es cierto. Los muchachos deben recobrar la rutina cotidiana. Todo este terrible asunto ha provocado mucho nerviosismo entre nosotros y la visita de los investigadores, con tantas preguntas e informes, ha puesto al hogar de acogida patas arriba. Tras su marcha todo volverá a la normalidad.
Tinamura: Le prometo que eso sucederá pronto.
Orego: Gracias de nuevo. (Orego sale de la sala)
Tinamura: ¡Spray! ¿Estás en línea?
Spray: ¡A sus órdenes, capitana Tinamura!
Tinamura: (Dispone la unidad de recogida en el lugar de los hechos y la manipula manualmente, mientras, Ros Tal, a lo lejos, continúa en silencio su revisión del aula) La unidad está lista para el inicio del procedimiento.
Spray: Todos los dispositivos presentan condiciones óptimas de funcionamiento.
Tinamura: ¡Menos mal! Me temía que se averiasen de nuevo. Si quiero salir de este lugar sin llamar la atención, ni de los habitantes ni de mi compañía, nada debe fallar en este servicio. Eficaz y rapidito, así debe ser.
Spray: Nada fallará, capitana Tinamura. La recogida de residuos conscientes comienza. La unidad inicia el procedimiento con total normalidad.
Tinamura: (Suspira aliviada) ¡Este servicio pinta bien! ¡Todo va sobre ruedas! Suerte que me empecinado en impedir la compañía del maldito Tal. Ese idiota es capaz de echarlo todo a rodar en un instante.

Ros Tal se vuelve repentinamente al escuchar su nombre. Corre hacia Tinamura con intención de protestar. En el último momento se detiene, y, siempre bajo su manto de invisibilidad, continúa con la revisión del aula.
Mientras Tinamura Arca contempla esperanzada como la unidad de recogida de residuos conscientes trabaja sin novedad, 5 jóvenes penetran en la sala y se aproximan rápidamente a la capitana y a su unidad rodeándola.

Alnis: ¡Halaaaa! ¡Rayos cósmicos y agujeros negros! ¡Una unidad de recogida de residuos!
Junis: ¡Bah! ¡Paso de unidades de recogida!
Lomena: De recogida de residuos conscientes, Alnis. Que se te había olvidado. ¡Es alucinante!
Sirol: ¡Jua jua jua! ¿Alucinante ese cacharro? ¡Pero si está para el desguace!
Lomena: No digas tonterías, Sirol. ¡Qué sabrás tú! No eres un muchacho muy listo que digamos.
Sirol: ¡Cierra la bocaza, Lomena sabionda!
Tinamura: (Interrumpe a la muchacha que iba a protestar e impide que Sirol toque la unidad) ¡Eh! ¡No muevas un músculo, chaval! Ni se te ocurra tocar la unidad. Tenéis que salir del aula del inmediato. ¿No veis que estoy trabajando?
Sirol: (Mostrando chulería) ¿De qué va esta tía? ¡Esta es nuestra casa y vamos a dónde queremos!
Tobías: (Murmura abatido) Deberíamos hacer caso a la capitana y marcharnos cuanto antes.
Junis: Yo paso de la capitana.
Tinamura: Muy bien dicho, niño. Deberíais volver por donde habéis venido, antes de que hable con el director Orego y os caiga una buena bronca.
Sirol: ¡Jua jua jua! Tobías quiere largarse, claro. Por la cuenta que le tiene. ¡Jua jua! (Tobías se pone colorado como un tomate y baja la cabeza a punto de llorar)
Alnis: ¡Sirol, deja en paz de una vez a Tobías!
Sirol: ¿A qué te doy, Alnis?

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