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Planeta Rebelde


por Mila Oya

•Ebook en pdf de 20 minutos aprox.
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•Sinopsis

Tinamura Arca, la joven científica y capitana de la nave espacial Spray, se ve obligada a recalar en el planeta Tarkano. La nave necesita recambios y la tienda de conveniencia de Torpis parece un lugar tranquilo y retirado donde abastecerse sin despertar sospechas. Pero las apariencias engañan y los peligros de la realidad son muchos. A ellos se enfrentará la tripulación de la Spray con valor e ironía.

•Personajes:

Tinamura Arca: Capitana de la Spray
Spray: Software de la nave
Ros Tal: Científico dado por muerto en el planeta desierto Sobertal.
Torpis: Propietario de la tienda de conveniencia Torpis.
Doctor Anosa: Miembro de Médicos Espaciales.

Planeta Rebelde
POR MILA OYA

Acto primero

Cabina de mando de la nave Spray. Tinamura Arca se halla sentada ante los mandos de la navegación. Al fondo de la cabina, Ros Tal se afana sobre el ordenador concentrado en sus propios asuntos.

Spray: ¡Hemos llegado, capitana Tinamura! La Spray acaba de aterrizar en la zona libre del planeta Tarkano. La tienda de conveniencia de Torpis le aguarda.
Tinamura: ¿Estás segura de que es una buena idea desembarcar en la zona libre de un planeta, Spray?
Spray: No nos queda otra, capitana Tinamura. Ya sabe que para entrar en las ciudades se necesitan gran cantidad de permisos y las medidas de control y seguridad son minuciosas. No tardarían en descubrir que es usted una impostora.
Tinamura: Tienes razón y necesitamos imperiosamente dispositivos naranjas para la unidad de recogida de residuos conscientes. Tiene que aguantar hasta nuestra visita al guarda objetos del Planeta Ansis, donde tengo oculta la única imagen que descubriría mi verdadera identidad y pondría en peligro a mi familia.
Spray: ¡Exacto, capitana! Cuando estemos cerca del planeta Ansis justificaremos nuestro aterrizaje en un lugar tan remoto con una supuesta visita a un pequeño taller que he localizado en él. Por eso, mientras tanto, he elegido la tienda de conveniencia de Torpis para hacernos con los recambios que precisa la unidad de recogida.
Tinamura: ¿De verdad es tan conveniente, Spray?
Spray: Lo es, pero se llama de conveniencia porque es la típica tienda de una comunidad agrícola que vende toda clase de productos, desde los famosos cholis, una fruta deliciosa de la zona, hasta las piezas de recambio que necesitamos.
Tinamura: (Mascullando) No lo veo claro. Esta parada no programada no pinta nada bien. Si algo sale mal, atraeremos todas las miradas y eso es precisamente lo que tenemos que evitar.
Spray: Es una pequeña comunidad agrícola pacífica donde nunca pasa nada. Además hemos aterrizado a la hora de su almuerzo y tienen costumbre de tomarlo en casa, así que no se topará con mucha gente.
Tinamura: No sé, no sé. Este lugar no me da buena espina.
Spray: ¿Acaso no se fía de mi criterio, capitana? (Dice ofendida)
Tinamura: Eres un software prehistórico de un cacharro espacial que hace siglos debería haber sido desguazado en una escombrera cualquiera.
Spray: Quedamos en que jamás volvería a insultarme con esas palabras. (Muy ofendida)
Tinamura: ¡Está bien! (Refunfuñando) Intentaré mantener mi promesa de no ofenderte, que no va a ser nada fácil, y además traerme del planeta Tarkano los recambios naranjas lo más rápido posible.
Spray: Lo hará, estoy segura. Según las opiniones de los usuarios de la tienda de Torpis, es un lugar tranquilo, pulcro y bien ordenado. Justo lo que buscamos.
Tinamura: (Se pone en pie y resopla sin mucho ánimo) Pues, allá voy. ¡Hay que arriesgarse, la vida es riesgo! (Se dispone a abandonar la nave y pasa ante Ros Tal que sigue concentrado en el ordenador) ¡Usted, señor Tal, a ver si deja su guerra particular contra las conspiraciones en la Federación de Galaxias y se dedica de una vez a mi Ag3ab, tal y como me ha prometido. Estaría bien que a mi vuelta tuviese alguna información sobre esta agrupación de genes.
Ros Tal: (Se vuelve sorprendido y se pone en pie de un salto) ¿Va usted a abandonar la nave, capitana Tinamura?
Tinamura: Sí. Necesitamos piezas de recambio si queremos que la unidad de recogida aguante hasta nuestra ansiada visita al plantea Ansis. Allí sí que simularemos la necesidad de acudir a un taller. Hasta entonces deberemos apañarnos con nuestros propios medios.
Ros Tal: ¡Tiene que llevarme con usted, capitana! ¡No puedo quedarme aquí encerrado ni un día más! ¡Tengo que salir al aire libre si no quiere que me de un soponcio dentro de la nave!
Tinamura: ¡Por todos los calvos de Évoly! ¿Es que ha perdido usted la cabeza, señor Tal? ¡Es imposible! ¿No se da cuenta de que usted está oficialmente muerto? Nadie debe verlo, nadie puede saber de su existencia. Ambos terminaríamos en presidio y Spray en alguna inmunda escombrera.
Ros Tal: (Suplicante) Pero nadie me verá. Usted misma ha comprobado que mi manto de invisibilidad es infalible. He aguardado pacientemente encerrado en la nave mientras usted atendía sus encargos laborales y nadie me ha detectado jamás. (Toma el manto de invisibilidad y se cubre totalmente con él) ¿Ve? Mejor dicho, no ve. ¡Soy invisible! ¿Quién podría descubrirme?
Tinamura: Es verdad que nada ni nadie puede detectarlo, pero alguien podría tropezar con usted y percatarse de su existencia. Es un riesgo que no pienso correr por un maldito polizón que se ha colado en la Spray sin permiso.
Ros Tal: (Angustiado) ¡No puede tratarme así! ¡No puede mantenerme encerrado! ¡Tengo que salir de esta prisión! Tinamura: Haberlo pensado antes, señor Tal, antes de simular su muerte y tratar de escapar de sus compañeros científicos utilizando mi nave sin mi consentimiento.
Ros Tal: (Ya totalmente desesperado) Era preciso. Aquellos miserables querían vender nuestra investigación de protozoos capaces del control mental a gente malvada. ¡Tenía que impedirlo!
Tinamura: Pues ahora está usted muerto y bien muerto. Y yo no me paseo por ahí con zombies. No es elegante. Y además le dejaré claro que estoy harta de usted. ¡Hasta las narices! Este pequeño cacharro no adecuado para dos tripulantes. ¡Estoy harta de su inmunda y pesada presencia! ¡Ya está! ¡Ya me he aliviado soltándoselo todo! No se vaya a creer que esta semana con usted no ha sido insoportable para mi también.
Ros Tal: ¡Pues la denunciaré! Le contaré a todos que es una impostora. ¡Lo cantaré todo!
Tinamura: ¡Por todos los calvos de Évoly! ¡Este miserable me chantajea otra vez!
Ros Tal: (Apesadumbrado) ¡Yo no quería, pero no me deja opción! ¡Tengo que salir de aquí un rato o me moriré de asco! Le prometo que después me informaré sobre la agrupación de genes esa que tanto le interesa, la Ag3ab. Le contaré todo sobre ella. Lo prometo, pero le suplico que me permita acompañarla. ¡Por favor, por favor, “porfi”! (Suplica desesperado)
Spray: (Tinamura se detiene a meditar y Spray aprovecha para aportar su opinión) El manto de invisibilidad ha dado muestras de ser un invento sorprendentemente eficaz, capitana Tinamura. Y ya le he comentado que las medidas de seguridad y control en las zonas libres son casi inexistentes. Podría ser beneficioso para la convivencia dentro de la nave que el señor Ros Tal se aireara un poquito. Tal vez rebajase un tanto la tensión.
Ros Tal: ¡Exactamente! La tensión se rebajaría una barbaridad. Yo me quedaría relajado como un bebé, se lo prometo, capitana.
Tinamura: ¡Por todos los calvos de Évoly! ¡Usted se quedaría muy relajadito! ¿Y yo? ¿Hasta dónde me subirá la presión si tengo que dejarme acompañar por el tal Tal y su maldito manto de invisibilidad?
Ros Tal: (Gimoteando) ¡Porfi, porfi, porfi! ¡Sea buena conmigo! ¡Me portaré bien! (Poniéndose de rodillas)
Tinamura: (Enojada) ¿Está usted chalado? ¡Levántese ahora mismo del suelo y no se comporte más como un crío!
Ros Tal: (Se levanta enfadado) ¡No soporto que me llame crío! ¡Si somos dos jóvenes de la misma edad! Y además le aseguro que si no me deja bajar con usted a tierra patalearé todo el tiempo que esté en la nave. Soy capaz de echarla abajo de una pataleta. ¡Se lo prometo! (Comienza a patalear)
Tinamura: (Suspira intentando contener su furia) ¡Por todos los malditos calvos de Évoly! ¡Inmaduro, que es usted un inmaduro! ¡Brrr! ¡Está bien, pero pare ya que no hay quien lo aguante! (Ros Tal se detiene sonriente) Iremos juntos a la tienda de Torpis. Pero se lo advierto, si mete la pata lo dejo en tierra y no me importará nada si quiere denunciarme o no.
Ros Tal: No se lo creo. Sé que oculta usted su verdadera identidad para proteger a su familia. No la pondría en peligro ni siquiera para darme un escarmiento. No es usted tan mala como quiere hacerme creer.
Tinamura: (Enfadada) ¿Ah no? (Se acerca a un cubículo de la nave y saca una llave inglesa que muestra a Ros) Voy a ir bien armada y vigilándolo de cerca. Como meta la pata, señor zombie Tal, se va a enterar de lo qué es esto.
Ros Tal: (Atónito) ¡Halaa! ¿Y qué es ese extraño artilugio? ¿De dónde lo ha sacado usted? Parece de otro siglo.
Tinamura: Y después no quiere que le llame crío, señor Tal. ¡Esto es una llave inglesa! Un artefacto de alta tecnología que lo mismo te arregla un cacharro sofisticado que le abre la cabeza a un zombie impertinente. Si quiere probarlo no tiene más que pedirlo, señor Tal.
Ros Tal: ¡No muchas, gracias, muy amable, pero paso! ¡Ah, y puede llamarme Ros!
Spray: Capitana Tinamura, el tiempo corre. Cuanto antes abandonemos este planeta mejor.
Tinamura: ¡De acuerdo! ¡Dejémonos de disputas y vayamos al asunto! ¡Póngase de una vez el manto de invisibilidad que vamos a poner un pie en esta tranquila y pacífica comunidad libre del planeta Tarkano! Y no se separe de mi ni un metro, si no quiere conocer las bondades de la llave inglesa, señor Tal.
Ros Tal: (Se cubre con el manto de invisibilidad y murmura) Puede llamarme Ros.

Acto segundo

Tinamura Arca acompañada de Ros tal, bajo su manto de invisibilidad, caminan tras el tendero Torpis que les introduce en un almacén sucio, desordenado, repleto de objetos, desde los deliciosos frutos típicos cholis, hasta dispositivos de todo tipo y forma, incluido un ordenador enfrente de una silla.

Torpis: Este es el almacén. Echen un vistazo y cojan lo que quieran. Después, cuando pueda, vendré a cobrarles. Han venido en mal momento. Ya ven como tengo la tienda de repleta.
Tinamura: (Con el ceño fruncido) Me habían dicho que este era un planeta tranquilo que se tomaba su tiempo para el almuerzo.
Torpis: ¿El almuerzo? Hace horas que lo hemos tomado. No es buen momento porque estamos de asamblea. (Cuchichea a modo de confidencia) Y las asambleas en los territorios libres… ya se sabe…
Tinamura: ¡No me diga más! ¡Están prohibidas!
Torpis: Pues sí, más o menos. Estamos aguardando por nuestro conferenciante.
Tinamura: ¿Por su líder?
Torpis: Es un médico de Médicos Espaciales. ¿Le suena? Es una organización civil de médicos que trabajan en todos los territorios libres. El doctor Anosa es un buen hombre. Nos ha animado a reclamar a la empresa ayuda para la enfermedad de los cholis.
Tinamura: (Confundida) ¿Pero los cholis no son unas frutas deliciosas que cultivan en esta zona? ¿Acaso son venenosas?
Torpis: ¡Que va! Ahí las tiene, son una delicia. Pero cosecharlas es peligroso. A la larga todos los campesinos caen enfermos por una sustancia que segrega la planta al ser recogida. El bueno del doctor Anosa nos ha dicho que tenemos derecho a reclamar ayuda por enfermedad profesional. ¿Sabía usted que en las ciudades los enfermos profesionales son tratados de su dolencia por las autoridades? El doctor Anosa dice que nosotros debemos reclamar los mismos derechos que los habitantes de las ciudades. Como ya le he dicho, es un gran hombre.
Tinamura: (Echa un vistazo general al desastroso almacén y masculla) Así que un lugar limpio y ordenado. ¡Brrr! (En alto) Ha sido usted muy amable señor Torpis. Solo necesito unos dispositivos naranjas, tan pronto los encuentre, le dejaré aquí los créditos. Si dispone de una puerta trasera, saldré sin interrumpir la asamblea.
Torpis: Qué amable es usted, Capitana Tinamura Arca. Sí. Por ahí (Señala el lugar contrario por donde entraron) puede llegar directamente a la calle. Se lo agradezco. Esperamos que el doctor Anosa se presente de un momento a otro.
Tinamura: Gracias a usted, señor Torpis. Les deseo mucha suerte en la lucha por sus derechos. (Murmura) La van a necesitar.

El dueño de la tienda abandona el almacén y el señor Tal y Tinamura Arca se quedan solos.

Tinamura: ¿Spray?
Spray: ¡A sus órdenes, capitana Tinamura!
Tinamura: ¿Así que un lugar limpio y ordenado? ¿Has visto este desastre? ¡Y la hora de la comida ha pasado hace siglos! ¡Por todos los calvos de Évoly! ¡Nos has metido de cabeza en una tumultuosa asamblea ilegal! ¡Ha sido un verdadero milagro que nadie tropezara con el señor Tal! ¿Qué parte de no llamar la atención no has comprendido?

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