La colección
Microteatro Inclusión consta de varias obras breves de humor para trabajar en el ámbito escolar la inclusión. Esta comedia trata el género y en ella un grupo de estudiantes emprenden un viaje en avión. Gestionando el miedo a volar, chicos y chicas nos harán reír y también reflexionar.
•Personajes:
Ana: Joven estudiante.
Guille: Joven estudiante.
Marcos: Joven estudiante.
Azafata
Voz femenina
El Género
POR MILA OYA
Escena única
Trabajamos la inclusión identificando en la obra:
Estereotipos: Formas de pensar que asignan atributos, normalmente negativos, a determinados grupos sociales.
Prejuicios: Formas de sentir que consisten en opiniones preconcebidas, generalmente negativas, sobre alguien o algo.
Discriminación: Forma de actuar que conlleva un trato diferenciado hacia una persona o grupo social.
¡Comienza la acción!
Interior de un avión. Cuatro asientos consecutivos, tres ocupados.
Atrás Guille en ventanilla y Ana a su lado. Delante de ella Marcos que está de rodillas en el asiento mirando para atrás y hablando con sus compañeros.
Guille: ¡Ay, qué me mareo! ¡Ay, que me da vomitona!
Ana: Pero si todavía no hemos despegado. Tienes que intentar tomártelo con calma.
Marcos: ¡Jo, tío, qué asco! ¡Coge la bolsa de los vómitos o lo vas a poner todo perdido!
Guille: ¡Aquí no hay! ¡Yo no la encuentro!
Marcos: (Se da media vuelta y levanta la voz) ¡Azafata, aquí hay alguien que está a punto de potear!
Ana: ¡Qué te pasa, tío! ¿Es que no sabes que hay un botón de aviso? ¡Menudo bocazas estás hecho, Marcos!
Guille: ¡Eso! No es necesario que todo el avión sepa que tengo miedo a volar.
Marcos: Pero sí ya lo sabe todo el mundo. Casi todos los pasajeros son de nuestro instituto y tienen muy claro que nos hemos venido a la cola por tu culpa.
Guille: ¡Es el lugar más seguro! Lo he leído en internet. Pero si lo preferís podéis volver con los demás.
Ana: Tú tranqui. Nosotros te apoyamos, ¿verdad?
Marcos: Sí, claro… siempre que no lo ponga todo perdido de vómito.
Ana: ¡Gracias, Marcos! Tú siempre tan solidario.
Marcos: ¡Qué pasa! Que sea él también solidario conmigo, que me da mucho asco el vómito.
Ana: (Sarcástica) Claro, que a mi me encanta el vómito, si te parece.
Marcos: ¡Yo qué sé! ¡Con lo rarita que eres!
Ana: ¿Yo, rarita? ¿Por qué?
Marcos: Te gustan los números, los juegos de lego y mirarle las tripas a los aparatos. ¡Ya me dirás si eres rarita o no!
Ana: (Perpleja) ¡Pero si a te gustan las mismas cosas que mi! ¿Eres tú rarito, entonces?
Marcos: ¿Es que acaso no ves la diferencia?
Ana: (Enfadada) Pues no. Ni idea. ¿Por qué no me lo explicas?
Marcos: Si te arreglaras un poco más, te gustara ir de compras y leer poesía ya no parecerías tan rara.
Ana: (Furiosa) ¿Y qué podrías hacer tú, por ejemplo, para no parecer tan rancio, chaval?
Marcos: ¡Oye, tía, que yo no soy ningún rancio!
Ana: ¡Claro que lo eres, tío!
Guille: ¡Ya vale! ¿Estáis aquí para ayudarme o para seguir con vuestras broncas?
Ana: Para ayudarte, claro, ¿verdad?
Marcos: Bueno, sí. ¡Cómo no! Te ayudaremos, pero no vomites por todas partes.
Ana: Mira que eres…
Azafata: (Viene con bolsas de papel en la mano y se las entrega a la chica) Toma, por si te sientes mal.
Ana: ¿Yo? ¿Por qué?
Azafata: ¿No habéis avisado de que hay alguien que se marea?
Ana: Sí, pero es él.
Guille: Sí, soy yo. (Le arranca las bolsas de la mano)
Azafata: ¡Ah vale, lo siento!
Marcos: (Ríe a carcajadas) Ya ves lo rarita que eres, pero Guille aún lo es más. ¡Ja, ja, ja!
Guille: Como no te calles, Marcos, te vomito en la capucha y ya verás que risas nos echamos.
Marcos: ¡Jo, qué guarrada, tío!
Ana: ¡Corta el rollo ya, siéntate y ponte el cinturón que vamos a despegar!
Guille: No creo que lo aguante, no creo. (Con la bolsa en la boca)
Ana: Tranquilo que todo va a ir bien.
Marcos: (Sentándose) ¡Relájate, chaval, y no te acerques a mi capucha! ¡Yo aviso!
Guille: ¡Oh no! ¡Esto empieza!
Ana: ¡Ánimo, Guille! Es solo un momento. Primero cogemos velocidad y después nos elevamos.
Guille: ¡Me va a dar un parraque!
Ana: Ya verás como no.
Los tres se sujetan a los reposa brazos.
Marcos: ¡Allá vamos a toda velocidad! ¡Genial!
Guille: ¡Es horrible!
Ana: (Le toma la mano) En un momentito estamos en el aire.
Guille: ¡No me lo digas, no me lo digas!
Marcos: ¡Y ahora nos elevamos! ¡Atención, Guille! ¡Cuidado con el vómito! ¡Destino: altitud de crucero, chaval! Por si no lo tienes claro, yo te lo explico amablemente: entre diez y doce mil metros. ¡Por encima de las nubes, campeón!
Ana: ¡Cállate, Marcos!
