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Camino Sidor |
Camino Sidorpor Mila Oya•Ebook en pdf de 45 minutos aprox. •Lee aquí gratis 20 minutos aprox. •Sinopsis
En esta obra de fantasía adecuada para teatro leído en el aula, Samiro de Gurna camina en dirección a la misteriosa ciudad de Sidor, donde deberá detener una terrible catástrofe que amenaza su universo. Pero la enigmática Comunidad Cuantos, a la que pertenece, le impone una inquietante parada en el Territorio Lasta. Allí se enfrentará a un tenebroso misterio que amenaza la vida de las buenas gentes de La Ancha Ladera. Samiro de Gurna aprenderá entre personas diferentes que el viaje es más importante que el destino.
•Personajes Samiro de Gurna- El Elegido Gora Mum-Líder de la tribu Lasta Radomis-Hombre que vive con los Lasta Partis-Joven cazadora Lasta Roda Alta-Guerrera de mayor rango Acuonis-Guerrero Taltis-Guerrero Almita de Gurna-Hermana de Samiro Sora Mum-Líder espiritual de la tribu Lasta POR MILA OYA Las tinieblas de la noche se extienden por el frondoso bosque. Gritos estremecedores de las alimañas nocturnas brotan furiosos de cada siniestro rincón. Oculta en la espesura, una joven Lasta se halla de rodillas sobre el musgo empapado manipulando algún tipo de trampa. De repente, una presencia. La joven Lasta se sobresalta. Ha escuchado un sonido extraño al bosque y a la noche. Un misterioso y efímero rayo plateado ha llamado su atención. Se vuelve inquieta y a lo lejos vislumbra una sombra que por arte de magia acaba de aparecer. Una figura oscura y tétrica avanza entre el follaje con paso lento, pero decidido. Partis, la muchacha, observa atónita, con la boca abierta y temblor en las manos, tan escalofriante aparición. Con gran esfuerzo ha conseguido distinguir la larga túnica gris de Samiro de Gurna y sus andares eternos que parecen no tener ni principio ni fin. Un terrible escalofrío recorre la espalda de la muchacha. Se incorpora sigilosamente preocupada porque los desbocados latidos del corazón delaten su presencia. Se oculta entre la maleza y, dejando atrás su trampa, abandona el bosque apresuradamente. Samiro de Gurna camina, siempre camina, resguardado bajo la túnica con una enorme capucha que oculta su rostro por completo. Ajeno a la joven Lasta, avanza sin descanso para alcanzar su todavía remoto objetivo. En ese mismo instante, una pequeña luz comienza a revolotear alrededor del hombre. No tarda mucho Samiro de Gurna en percatarse de la mágica presencia lumínica. Samiro de Gurna: (Levantando la cabeza y descubriendo la luz) ¡No! (Exclama disgustado, ajustándose todavía más la enorme capucha gris) ¡Ahora, no! (El punto de luz continúa revoloteando a su alrededor. ) ¡He dicho que NO! ¡Déjame en paz! ¡Deja que siga mi camino! (La luz flota insistentemente sobre él hasta que lo obliga a detenerse) ¿Qué demonios quieres ahora de mí, Ave de Cuantos? ¿Acaso no he aceptado el destino que me teníais reservado? ¡Aquí estoy, caminando sin pausa ni descanso, avanzando sin demora camino Sidor! ¡Aquí estoy, cumpliendo la misión encomendada! ¿Qué más podéis pedir? (Contempla perplejo al Ave de Cuantos) ¿Una parada? ¿Aquí, ahora? ¿En este oscuro y desapacible paraje? ¿Por qué? (Echa un vistazo a las tinieblas que lo rodean) ¿Qué puede querer la Comunidad Cuantos que haga en este lugar? ¿Detenerme sin más? (Contesta enfadado) ¡Vuestras indicaciones no pueden ser más confusas! ¿No es acaso mi misión imperiosa? Camino hacia Sidor para contener el Terror que está a punto de desatarse. ¿Por qué retrasarme deteniéndome en esta fronda inmunda? ¿Qué tiene este siniestro bosque que precise de mi presencia? ¿Cómo dices? ¿Qué soy yo el que preciso del bosque? ¿Cómo es eso posible? ¡No lo comprendo! Samiro de Gurna baja la cabeza abatido. La perplejidad hace mella en su ánimo. Sus pasos interrumpidos parecen resistirse a reemprender la marcha, a pesar de que Samiro anhela retomar su camino y acabar cuanto antes. En ese justo momento, un grupo de personas alcanzan este recodo del bosque a la carrera. Un hombre, Radomis, acompañado de la joven cazadora Lasta, Partis, encabezan el grupo tribal armado de arcos y lanzas. Radomis: (Grita alterado a lo lejos) ¡Apagad las antorchas! Allí está, tal como Partis nos ha contado. ¡Es él! ¡Tiene que ser él! Partis: ¡Sí! ¡Es ese! ¡Os lo había dicho! Primero vi un misterioso rayo plateado y después apareció él entre las tinieblas, de súbito, como si fuese un fantasma, un espíritu, o algo así. ¡Estoy segura de que es él! ¡Es Samiro de Gurna! Radomis: (Tratando de agitar al grupo) ¡Samiro de Gurna! ¡Es el culpable, el culpable de todo! ¡Cojedlo! Samiro de Gurna escucha unas voces remotas. Desea continuar, huir, seguir caminando, pero a pesar de que el Ave de Cuantos ha desaparecido se siente incapaz de dar un solo paso más. Sus pies permanecen como fundidos en el fango. Inmóvil, como una estatua milenaria abandonada en un bosque perdido, aguarda por el destino que la Comunidad Cuantos le tiene reservado. Radomis: ¡Guerreros! ¡Saltad sobre él y capturadlo! ¡Hacedlo ahora, antes de que descubra nuestra presencia! Las lanzas se elevan en la noche. Los arcos se tensan y el silbido de las flechas parece intuirse ya en las tinieblas. Gora Mum: ¡Alto! ¡Deteneos! (La joven se abre paso entre los guerreros Lasta) ¡Bajad las armas! Radomis: ¡No! ¿Por qué das esa orden, Gora Mum? Debemos detenerlo antes de que sea tarde. Es un tipo peligroso. ¡Es un asesino! (Los guerreros murmuran preocupados) Gora Mum: Eso tú no lo sabes, Radomis. Ni siquiera sabes si es Samiro de Gurna. Radomis: ¿Quién va a ser si no? ¿Acaso has visto algún extraño en este bosque en muchas estaciones? No, ¿verdad? Este es el hombre del que tu hermana-hermano no dejaba de hablar. Tiene que ser él. Y después comenzó el horror. ¡Lo sabes tan bien como yo! ¡Ese es Samiro de Gurna! ¡A por él! Gora Mum: (Levanta los brazos ante el grupo para impedir su avance) ¡No atacaremos a nadie! No antes de hablar con el hombre. Tienes razón, Radomis. Desde que tú apareciste en este bosque, hace ya muchas estaciones, nadie se había atrevido a atravesar nuestras tierras. Pero ¿te atacamos a ti? (Murmullo del grupo) ¡No! Te permitimos explicar tu presencia y te aceptamos como uno de los nuestros. Eso mismo es lo que haremos ahora. Es lo que mi hermana-hermano Sora Mum hubiese querido. Radomis: ¡Pero él es Samiro de Gurna! ¡Es una amenaza para la tribu! ¡Debemos herirlo para poder capturarlo! Partis: Ya os lo he dicho: lo he visto aparecer de la nada. ¡Es peligroso acercarse! Estoy segura. Gora Mum: (Alzando la voz con autoridad) Si todavía respetáis mi criterio y deseáis mis consejos, aceptaréis mi palabra y nos acercaremos para parlamentar. En caso contrario, ahí tenéis la palabra de Radomis. ¡La elección es vuestra! El grupo permaneció un instante indeciso. Pero enseguida las lanzas se calmaron y los arcos volvieron a colgar expectantes de los hombros de los guerreros. Radomis frunció el ceño. Había sido derrotado por Gora Mum en esta ocasión. Pero habría otras… Radomis: (Musita al oído de una guerrera) Vámonos, Roda Alta. Aquí no tenemos nada que hacer. Regresemos a la aldea. ¡Debemos estar preparados! Roda Alta: (Dirigiéndose a Gora Mum) Será mejor que el grueso del grupo me acompañe a la aldea. Os esperaremos allí, si es que Samiro de Gurna os permite la vuelta. Gora Mum: Está bien, Roda alta. ¡De acuerdo! Encárgate de todo. (Hablándole al grupo) ¡Volveremos y con nosotros llevaremos la respuesta al horror al que se nos ha sometido! ¡Regresaremos con la luz y con la verdad! Si mi hermana-hermano pronunció tantas veces el nombre de Samiro de Gurna no sería en vano. Sora Mum era nuestra guía espiritual y nunca nos abriría el camino hacia esta muerte que nos ronda. ¡Nos libraremos de ella y volveremos a gozar de la luz! ¡Estás son mis palabras para la tribu Lasta! ¡Este es mi solemne compromiso! Tras los murmullos de duda, desconcierto y temor el grupo se dividió en dos. Partis, la muchacha que había descubierto a Samiro, decidió al fin quedarse a las órdenes de Gora Mum. Tras Roda Alta marcharon la mayoría de los guerreros. Radomis abandonó la foresta sin dejar de volver la cabeza y observar la estatua muda de Samiro de Gurna entre los árboles. Radomis: (Le susurra a Roda Alta) Prepararemos una defensa de la aldea adecuada a tan grande peligro. Roda Alta: Eso está hecho. ¡Andando! Gora Mum aguardó a que el grupo se perdiera de vista para afrontar el reto de aproximarse a aquel extraño ser que había aparecido de súbito en el bosque Lasta. Gora Mum: ¡Amigos todos! ¡Este es el momento de la verdad! Nos aproximaremos lentamente al hombre de la túnica gris. No hagáis ningún movimiento que pueda ser tomado como una amenaza. El grupo avanza despacio. Gora Mum va a la cabeza. Samiro de Gurna permanece inmóvil con la cabeza cubierta por la capucha ocultando su rostro. Solo espera lo que tenga que pasar. Únicamente aguarda a que los deseos de la Comunidad Cuantos se cumplan en su persona. Gora Mum: (Se planta a varios metros de Samiro de Gurna y levanta el brazo a modo de saludo) ¡Paz, viajero! ¡Se presenta Gora Mum, de la tribu Lasta a la que pertenece este bosque! ¿Qué misterioso motivo te ha empujado a atravesar nuestras tierras? Samiro de Gurna: (Sin que sus pies se despeguen todavía de la tierra húmeda del bosque, se libra de la capucha y muestra su larga cabellera y su interminable barba.) ¡Paz para esta tierra de los Lasta! Solicito humildemente el paso por este bosque camino de mi destino. Gora Mum: Aún no has pronunciado tu nombre, noble extranjero. Samiro de Gurna: Yo soy Samiro de Gurna. El grupo allí reunido no pudo evitar que un murmullo opresivo y aterrado brotase de cada garganta presente. El nerviosismo, el temor era evidente. Solo Gora Mum conseguía mantener una aparente tranquilidad. Los demás temblaban ostensiblemente. Partis: (Susurró asustada) ¡Es Samiro de Gurna! ¡Os lo dije! Acuonis: (Un joven guerrero fue el primero en perder los nervios) ¡Es él! ¡Es Samiro de Gurna! ¡Radomis tenía razón! (Gritó blandiendo la lanza) Gora Mum: (Alzando los brazos y la voz para contener la angustia y los nervios del grupo) ¡Alto! ¡Conservad la calma! Acuonis: (Fuera de si) ¡No! ¡Es el asesino! ¡Es un brutal asesino! ¡Samiro de Gurna, vas a morir! Gora Mum intentó interponerse ante Acuonis que acababa de alzar su lanza con la intención de herir de muerte a Samiro de Gurna. Gora Mum: ¡No! ¡Atrás, guerrero Acuonis! ¡No amenazaremos al extranjero! ¡Detente! Pero Acuonis se libró del cuerpo de Gora Mum y se dispuso a cumplir la amenaza. Samiro de Gurna: (Por fin despegó los pies del suelo para volverse hacia Acuonis. Elevando los brazos al cielo habló) ¡Qué la Comunidad Cuantos me acompañe y extienda la paz por mi camino! Yo te digo a ti, joven guerrero: ¡Detente! La voz de Samiro de Gurna retumbó en la oscura noche, alcanzando hasta el recodo más remoto del siniestro bosque Lasta. Acuonis quedó paralizado. Su lanza se negó a abandonar su brazo y cayó como desmayada ante sus pies. Acuonis: (Gritaba aterrorizado) ¡Es magia! ¡Magia negra! Mi lanza no me ha respondido. ¡Las armas no pueden ante este asesino! ¡Pues te mataré con mis propias manos! Gora Mum: ¡No! ¡Lo prohíbo! ¡Qué nadie se vuelva contra el extranjero! Sus palabras tuvieron eco entre los guerreros, pero Acuonis estaba poseído por el terror y se lanzó furibundo sobre Samiro de Gurna. Este, con solo un gesto de sus manos, lo contuvo. Lo obligó a detenerse y lo empujó hasta hacerlo caer de rodillas ante el propio Samiro de Gurna. Gora Mum corrió a defender la vida del guerrero Lasta temiendo la ira del caminante. Gora Mum: ¡Te suplico piedad para este hombre, Samiro de Gurna! ¡Te suplico que perdones su vida! Acuonis: ¿Qué me has hecho, asesino? ¡No puedo moverme! ¡Estoy paralizado! Samiro de Gurna: No te pasará nada. No voy a haceros daño, a ninguno, Gora Mum. Solo solicito permiso para continuar mi camino. Acuonis: (Luchando inútilmente por librarse de la invisible fuerza de Samiro de Gurna) ¡Es un asesino! ¡Debemos impedirle continuar! ¡Los Lasta nos vengaremos por sus asesinatos! Samiro de Gurna: No sé de que asesinatos habláis. Soy inocente de todos los cargos. Como sabéis, acabo de llegar a vuestro territorio. Nada tengo que ver con las tribulaciones de vuestra tribu. Gora Mum: ¡Algo debes de saber, Samiro de Gurna! Tú no eres un hombre normal. Tus poderes son extraordinarios. ¿Quién eres? ¿Un dios, un demonio? Samiro de Gurna: Solo soy Samiro de Gurna, nacido en la aldea Onaro del continente Chalaz. Hijo de Sorta de Gurna y de Anta de Gurna. El Gran pulso acabó con mis padres y con la mayoría de mi pueblo. Los que sobrevivimos a la masacre cambiamos. Mutamos y la mutación nos permitió el conocimiento esencial del universo. Por eso construimos la Comunidad Cuantos. De ella deriva mi poder sobre la esencia de las cosas. Gora Mum: ¿La esencia de las cosas? Samiro de Gurna: Sí. Atesoramos el conocimiento de lo más íntimo de la realidad palpable, esa realidad ínfima que ningún ojo puede observar. Por eso tengo poder sobre las cosas. Pero no albergo intención alguna de lastimaros. ¡Debéis confiar en mi! Gora Mum: Hablas con palabras extrañas, Samiro de Gurna. No consigo desentrañar su significado. Pero si tu conocimiento sobre la realidad es tan grande, debes conocer a mi hermana-hermano Sora Mum. Ella sí sabe de ti. Bueno, Sora Mum sabía de ti. Samiro de Gurna: ¿Sora Mum? Nunca había oído antes ese nombre. Lo lamento, pero no conozco a tu hermana-hermano. Todos los guerreros allí presentes se estremecieron. No solo por el pavor que Samiro de Gurna les inspiraba, también porque su negativa evidenciaba que, si tenían la suerte de regresar a la aldea con vida, no llevarían consigo la respuesta que buscaban. Se cruzaron miradas compungidas y susurraron sus temores. Solo Acuonis permanecía ajeno a la conversación. De rodillas, aterrado e inmovilizado por el poder de Samiro de Gurna, esperaba angustiado a que este lo liberara o acabara con su vida. Gora Mum: (Desesperada) ¡No es posible! ¡No puede ser! Mi hermana-hermano no cesaba de pronunciar tu nombre. Samiro de Gurna es la clave, decía. Sora Mum era una gran sacerdotisa del culto Almita; nunca hablaría en vano. Al escuchar aquel nombre Samiro de Gurna se sobresalta. Perplejo y confundido comienza a recordar las palabras del Ave de Cuantos y a pensar que, tal vez, la Comunidad Cuantos no se había equivocado al detener su marcha en el territorio Lasta. Samiro de Gurna: ¿Almita, dices? Gora Mum: ¿Conoces el culto de la diosa Almita? ¿Lo practicas quizá? Samiro de Gurna: (Se volvió súbitamente y recorrió con la mirada los alrededores y los guerreros allí reunidos.) Será mejor que busquemos un lugar donde sentarnos y poder hablar más tranquilos. Ese es el deseo de la Comunidad Cuantos y estoy obligado a cumplirlo. Fue la señal que Acuonis necesitaba. Samiro de Gurna se desplazó hacia unas piedras y Acuonis se derrumbó en el suelo, libre al fin del poder del caminante. Acuonis: ¡Al fin libre! ¡Por la sangre de los dioses! (Se lamentaba refregándose los músculos que aún tenía medio paralizados.) Gora Mum: ¡Nos sentaremos todos! Mi pueblo tiene que escuchar lo que vas a decir. (Avanzó hacia unas rocas) Acuonis: ¡No te fíes, Gora Mum! ¡Es un hombre peligroso! Partis: (Murmuraba) Acuonis tiene razón. ¿Habéis visto como lo ha inmovilizado? ¡Sin necesidad de tocarle! ¡Y yo lo he visto aparecer de la nada como si fuese un espíritu maligno! Acuonis: ¡Sí! ¡Ha sido aterrador! Ha estado a punto de matarme. Vosotros lo habéis visto. ¿Y ahora nos vamos a sentar con él tranquilamente a parlamentar? Taltis: (Un joven guerrero añade) Yo por mí, me largaba. Gora Mum: (Tratando de calmar a los guerreros) ¡Tranquilas, gentes de Lasta! (Decía levantando los brazos) Si el extranjero, Samiro de Gurna, hubiese querido herirnos, ya lo habría hecho. Conozco el temor que os inspira y está justificado. Pero los Lasta estamos en una situación desesperada y si deseamos detener la masacre a la que estamos siendo sometidos, deberemos enfrentarnos a nuestros miedos, a Samiro de Gurna y a todos los diablos del bosque, si es preciso. No somos cobardes. Los Lasta no lo somos y sabemos respirar hondo, concentrar nuestras mentes y avanzar decididos hacia el peligro. Samiro de Gurna: (Para acallar los murmullos que se elevaban en el grupo, habló.) No avancéis más si el temor os domina. Sentaos donde podáis oírme. No he venido a las tierras Lasta para herir a sus gentes. ¡Os lo aseguro! (Ocupando él una de las rocas más elevadas, apartó la túnica en un costado y sacó del zurrón unas porciones moradas) ¡Tomad! Calonides de Hartus. ¡Un bocado delicioso! ¡Servíos! Es una muestra de la buena voluntad de la Comunidad Cuantos y de mi misma persona. Los guerreros contemplan extrañados y con cierta repulsión aquella materia esponjosa y morada que Samiro de Gurna distribuía entre los Lasta, mientras Gora Mum ocupaba una roca cercana al caminante. Acuonis: (Sentado lo más lejos posible de Samiro de Gurna susurraba a los demás) ¡No comáis! Partis: (Pregunta contemplando atónita la pieza de Calonides de Hartus) ¿Qué demonios es esto? ¡Jamás en toda mi vida había visto nada semejante! ¿De donde lo habrá sacado? Taltis: (Otro guerrero observa con repulsión el agasajo de Samiro) ¿Calon… qué? ¡Qué asco! Yo por mí, me largaba. Partis: ¿Caloncado? Samiro de Gurna: (Atónito) ¡Calonides de Hartus! ¿De verdad desconocéis esta deliciosa fruta? Es la más popular en todo el continente Chalaz. O al menos eso pensaba. (Probó una porción de su Calonides Hartus para tranquilizar al grupo. Pero nadie lo imitó) ¿Acaso he caminado tanto que pronto alcanzaré el Desierto Amis, en el límite del continente Chalaz? Gora Mum: Veo que tú también tienes muchas preguntas, Samiro de Gurna. E intentaré responderlas en su momento. Pero primero es el pueblo Lasta el que precisa respuestas y tú eres el que ha atravesado sin consentimiento nuestras tierras. Eres nuestra última oportunidad, Samiro de Gurna. Samiro de Gurna: ¡Honorable pueblo Lasta! (Hablaba a todos los presentes) La Comunidad Cuantos me ha traído hasta vosotros y os serviré humildemente. (Declaró bajando la cabeza. Los murmullos de sorpresa recorrieron las ateridas gargantas) Gora Mum: ¿Sabes, acaso, por qué mi hermana-hermano Sora Mum insistentemente mencionaba tu nombre, cuando oraba en el templo de la diosa Almita, antes incluso de que se iniciara la masacre? Samiro de Gurna: (Apartó en un costado la túnica y tomó un pequeño recipiente que ofreció a los demás. Estos lo rechazaron. Samiro se encogió de hombros y dio un largo sorbo antes de hablar.) Honrable, Gora Mum, todavía no consigo pergeñar el papel que la Comunidad Cuantos me tiene reservado en vuestro drama, pero no cejaré hasta desentrañarlo. (Murmullos de sorpresa) Como te dije anteriormente, honorable Gora Mum, el nombre de tu hermana-hermano no me es familiar. Pero el de vuestra deidad me ha sobrecogido. Hacía mucho que no escuchaba ese nombre y una hondonada de cálidos sentimientos de niñez me han embargado. Son recuerdos lejanos de los días posteriores al Gran Pulso, los días del fin de la maquinaria. Fueron horrendos, bárbaros. Todos los sabéis. Y yo sobreviví gracias a mi hermana mayor. Ella me rescató del punto de ignición, nuestra casa, pues fue el lugar que eligieron Ellos para detonar el Gran Pulso. Mi hermana me salvó la vida ocultándome en el bosque y por eso, por apartarse del punto de ignición, al final cayó en un misterioso estado catatónico del que es muy posible que no se recupere nunca más. Todos dicen que ha muerto, pero yo no quiero creerlo. Ella era Almita de Gurna. Un alarido general hizo estallar la quietud nocturna del frondoso bosque Lasta. Algunos guerreros se habían puesto en pie furiosos, otros incluso blandían las lanzas enfadados. Gora Mum se levantó tratando de apaciguar la rabia que estallaba entre su gente. Samiro de Gurna contemplaba desconcertado la escena. Gora Mum: ¡Calma, calma! ¡Sentaos y bajad las armas! ¡Permitidle que se explique! Acuonis: ¡Es un hereje miserable! Dice que está aquí para servirnos y nos insulta gravemente. ¡Deberíamos regresar a la aldea de inmediato con Radomis! (Algunos guerreros asentían) Partis: ¡Cómo se atreve a blasfemar así! Taltis: ¡Miserable! ¡Ya os dije que yo por mí me largaba! Samiro de Gurna: (Se incorpora e intenta calmar la ira que rezuma del grupo) ¡Honorables gentes Lasta, lamento haberlas ofendido! Solicito humildemente disculpas por… por… (Samiro de Gurna ignoraba el motivo de la indignación Lasta) Gora Mum: ¡El nombre de tu hermana! ¿Cómo es posible que ignores que utilizar el nombre de uno de los dioses para designar a cualquier ser es una de las más aberrantes blasfemias posibles contra todos los pueblos de la Ancha Ladera? ¿De dónde provienes Samiro de Gurna y qué es esa Comunidad Cuantos de la que jamás hemos oído hablar, y qué es el Gran Pulso, de qué continente nos hablas y qué significa la palabra maquinaria? Samiro de Gurna estaba tan desconcertado que se dejó caer pensativo en la roca. Levantó la mirada sin mucha esperanza de encontrar la ayuda del Ave de Cuantos que solo aparecía por decisión propia. Samiro de Gurna: (Musitó) El ave de cuantos nunca está cuando la necesito. (Continuó murmurando pensativo) No lo comprendo. Debo haber caminado tanto que he dejado atrás las tierras conocidas. ¿Pero como es posible que un pueblo del continente Chalaz desconozca El Gran Pulso? ¿Acaso he alcanzado ya el continente Esmatas? ¿Y si estoy tan lejos cómo supongo, cómo puedo yo jugar algún papel en vuestras tribulaciones? (De repente, levantó la cabeza y la voz para dirigirse a Gora Mum.) ¿En qué mes estamos ya? Gora Mum: ¿Mes? No sé a qué te refieres. Samiro de Gurna: Parece que he caminado más tiempo del que pensaba. Gora Mum: Entiendo. Estamos en la estación seca. Samiro de Gurna: ¿Estación seca? ¿Así medís el tiempo? No me ayuda mucho a determinar cuánto he caminado. (Perplejo por la respuesta reflexiona durante un instante) ¿Y el año? ¿En que año estamos? Gora Mum: Estamos en la temporada seca del año del Gosta y del Rasón. Samiro de Gurna: (Su confusión iba en aumento) ¿El año del Gosta y del Rasón? Jamás había oído nada semejante. Samiro de Gurna se pone en pie pensativo y cada vez más desconcertado. Las gentes Lasta se asustan ante su movimiento. Pero Samiro de Gurna solo desea pasear para aclarar su confundida mente. Samiro de Gurna: (Tras un instante, detiene su paseo y se vuelve a Gora Mum) ¡Es extraordinario! A pesar del apoyo del Ave de Cuantos y de las indicaciones de la Comunidad Cuantos, parece que me he extraviado. Desconozco exactamente donde me encuentro. ¿En qué punto del continente Chalaz me hallo? Gora Mum: (Dedica una mirada extrañada a los guerreros que guardan silencio) Ninguno de nosotros sabemos nada sobre ese continente Chalaz del que nos hablas. Samiro de Gurna: (Todavía sumido en sus pensamientos, regresa junto a Gora Mum y vuelve a sentarse) Tal vez todo esto no sea más que la consecuencia del Gran Pulso y del fin de la maquinaria. La mayor parte de la población del continente ha sido diezmada. Me he encontrado con algunos grupos humanos, la mayoría huían a mi paso. Taltis: (Susurra al grupo) ¿Veis? Yo por mi, también me largaba. Partis:(Regaña a Taltis) ¡Ptss! ¡Cállate, Taltis! Samiro de Gurna: Pero con los que he podido contactar me hablaron con dolor y rabia del Gran Pulso, de tantas muertes sin sentido y de lo duro que ha sido para los supervivientes la pérdida de la maquinaria. Aunque de eso ya hace mucho. Es posible que tanto, que vosotros ya lo hayáis olvidado. Es la única explicación que parece posible. Es una terrible consecuencia de las viles acciones de Ellos. De su maldito Gran Pulso. (Agregó enfadado) A veces no entiendo por qué la Comunidad Cuantos se empecina en salvar este universo. Ellos son los que lo dominan y no merecen nuestra ayuda. Gora Mum: Tus palabras nos desconciertan. No comprendemos su significado. Parece que dudas en que esos Ellos, de los que hablas, deban ser ayudados. ¿Y Nosotros, el pueblo Lasta? ¿Seremos ayudados por Samiro de Gurna y el poder de sus Cuantos? Samiro de Gurna: Fue la mismísima Ave de Cuantos la que me obligó a detenerme en vuestras tierras, nobles Lasta. Muchas veces abrigo dudas sobre la conveniencia de sus indicaciones, pero he admitido mi destino y por ello emplearé todo mi conocimiento para solucionar vuestras tribulaciones. Gora Mum: El pueblo Lasta te lo agradece sinceramente, noble Samiro de Gurna. Samiro de Gurna: Has hablado de la masacre que sufre tu pueblo. Tal vez si me relatas los hechos podamos entender qué es lo que la Comunidad Cuantos y tu diosa (Se dirigió al grupo humildemente) que para no ofenderos ni mencionaré, esperan de esta oscura noche en los bosques Lasta. Gora Mum: El horror ha caído sobre nosotros desde la última estación. (Murmullos de aprobación del grupo) Los días se suceden los unos a los otros y siempre son igual. (Murmullos de aprobación) Pero un día ya es diferente y nadie sabe por qué. Y así sucedió en las tierras Lasta. Un día desapareció un hombre. Así, sin más. Se fue. Ya no estaba. Las mentes humanas pueden proporcionar muchas explicaciones, cientos, miles. Pero otro día es un niño el que no está. Y otro día una abuela. ( Murmullo de aprobación) Y después otro hombre, y otro y otra mujer y otra. Y otra otro, también mi hermana-hermano Sora Mum. ¡Todos desaparecidos! ¡Todos desvanecidos en la noche sin que nadie haya sabido nada de ellos nunca más. ¡Es el espanto hecho realidad! (Los guerreros arropan la desesperanza de Gora Mum con gestos de respeto) “Samiro de Gurna es la clave” Es lo último que me dijo. Al día siguiente ya había desaparecido. Sin dejar rastro. El abatimiento se hizo patente en los rostros de los guerreros. Samiro de Gurna: ¡Qué terrible situación la que sufre tu pueblo! Mi corazón rezuma pesar por vosotros. La Comunidad Cuantos me ha impuesto esta parada en mi camino y os ayudaré a resolver tan cruel misterio, si esto está en mi mano. (Murmullos de sorpresa y duda) Gora Mum: En ese caso, noble Samiro de Gurna, respetaremos tu nombre, tu vida e intentaré responder a todas tus preguntas. Pero nos urge una solución. El sol no tardará mucho en elevarse en el horizonte y otro atroz día comenzará y un nuevo Lasta desaparecerá. ¡No podemos permitirlo! ¡Tú, Samiro de Gurna, debes evitarlo! Samiro suspira profundamente y vuelve la cabeza buscando la ayuda del Ave de Cuantos, pero esta sigue sin aparecer. Ahora sabe ya que está solo ante el misterio y que deberá desentrañarlo para ayudar a estas desconocidas gentes y para averiguar qué es lo que él mismo necesita del bosque Lasta. Samiro de Gurna: ¡Está bien, Gora Mum! (Dice poniéndose en pie) Conducidme al lugar de los hechos. Llevadme donde haya sucedido una desaparición. Una vez allí, estudiaré el terreno y trataré de salvar a tu pueblo. Acuonis: (Murmura) No debemos mostrarle el camino de la aldea. ¡Es una locura! Partis: ¡Es demasiado arriesgado! Taltis: ¡Es muy peligroso! Gora Mum: ¡Tranquilizaos! No iremos a la aldea (Le dice a los guerreros y se vuelve a Samiro de Gurna) Te acompañaremos al lugar donde desapareció el primer hombre, Damos Te. No está muy lejos de aquí. Sucedió fuera de la empalizada. Samiro de Gurna: Estoy de acuerdo, Gora Mum. Qué el pueblo Lasta confíe en que todo el conocimiento y todo el poder de Samiro de Gurna y de la Comunidad Cuantos se pondrá a vuestro servicio para disipar la cruel oscuridad que ha caído sobre estas buenas gentes. Gora Mum: ¡Qué así sea, Samiro de Gurna! (Se vuelve hacia los guerreros) ¡La esperanza vuelve a brotar en nuestros corazones! Tal vez estemos ya llegando al fin de nuestra tragedia. Yo también os pido confianza. ¡Acompañaremos a Samiro de Gurna al lugar donde Damos Te desapareció! ¡En marcha! Fuera de los límites del poblado Lasta, al otro lado de la empalizada, se halla Radomis en la oscuridad del bosque. El hombre inquieto vuelve la cabeza de un lado a otro para asegurarse de que no es observado. Es entonces cuando de entre sus ropajes de guerrero trival extrae un pequeño objeto que ilumina la noche, a pesar de los esfuerzos de Radomis por ocultarlo. El hombre lo manipula con habilidad y rapidez y de inmediato lo esconde. Justo a tiempo. La antorcha de Roda Alta se aproxima a Radomis con paso decidido. Roda Alta: ¡Todo ha sido organizado tal y como lo has indicado, Radomis! Radomis: ¡Perfecto, Roda Alta! Estamos preparados y dispuestos a recibir a Samiro de Gurna tal y como se merece. Roda Alta: Eso si ese maldito Samiro de Gurna no los ha matado a todos. Radomis: No lo hará, estoy seguro. Vendrá hasta aquí. Roda Alta: (Observa a Radomis confusa) ¿Cómo puedes estar seguro de eso? ¿Acaso no crees que sea él culpable de diezmar las filas Lasta? Y si no lo crees, ¿Por qué hemos preparado la trampa para Samiro de Gurna? Radomis: Estoy seguro de que Gora Mum lo traerá hasta aquí. Fue en este recodo del bosque donde desapareció Damos Te. ¿Lo recuerdas? Él fue el primero. Y sucedió fuera de la empalizada. Este lugar no compromete a la aldea. El buen sentido de Gora Mum la conducirá a este emplazamiento. No se atreverá a atravesar la empalizada con un hombre tan peligroso como Samiro de Gurna. Roda Alta: En eso estoy de acuerdo contigo, noble Radomis. Samiro de Gurna es un tipo muy peligroso, posiblemente un verdadero asesino. No comprendo la trampa que hemos habilitado. Para este hombre solo deberíamos reservar la ley de la armas. Una lanza rápida y certera en el corazón es el único modo de proteger a la aldea Lasta. Radomis: ¡No! ¡Confía en mi palabra, Roda Alta! Samiro de Gurna debe vivir. Roda Alta: No comprendo tus razones. No comprendo el motivo por el que deseas conservar su vida. He estado presente en la confrontación con Gora Mum. Parecía haber una gran diferencia en vuestros puntos de vista. Por eso te he apoyado. Soy Roda Alta, la guerrera de mayor rango en la aldea. Me debo al pueblo Lasta y mi única misión es protegerlo. Por ello te he acompañado y apoyado. Pero ahora parece que tu decisión no difiere en absoluto de la de Gora Mum. Tú tampoco pareces querer proteger a la aldea del mal que se cierne sobre nosotros. Tú tampoco pareces querer acabar con la vida de Samiro de Gurna. Radomis: ¡Claro que deseo proteger a la tribu Lasta! (Protesta airadamente) Desde que he llegado a la aldea he vivido como uno más. He asumido los ritos y las leyes Lastas con el corazón abierto. Tú lo sabes, Roda Alta. Hemos cazado muchas veces juntos. Tú misma lo has comprobado. Roda Alta: Has sido un compañero leal todo este tiempo, no puedo negarlo. Radomis: Deseo todo lo mejor a la tribu Lasta, que tan hospitalariamente me ha acogido. Sabes que lo haría todo por ella. Roda Alta: Tal vez. Gora Mum también daría su vida por nosotros, lo sé. Pero siento que ahora se ha equivocado. Que la desaparición de su hermana-hermano Sora Mum la ha trastornado y le impide ver las cosas con claridad. Pienso que un mal muy grande se cierne sobre nosotros y Samiro de Gurna es la clave. Ese fue el mensaje de la sacerdotisa de la diosa Almita. Es un sacrilegio obviar sus palabras. Radomis: Gora Mum cree que parlamentar con ese demonio la ayudará a comprender el horror que está en marcha. Pero yo sé que eso no tiene sentido. Si de verdad quieres proteger a nuestro pueblo, Roda Alta, debes aceptar mi estrategia. Samiro de Gurna no morirá. Será herido y capturado. Y entonces…. Roda Alta: (Aguarda a que la frase sea terminada, pero esto no sucede) ¿Entonces? ¿Entonces qué? ¿Qué puedes tú, Radomis, contra el poder de un verdadero demonio? Radomis permanece en silencio. No encuentra una respuesta convincente para la guerrera de máximo rango entre los Lasta, Roda Alta. Vuelve la cabeza una y otra vez como si esperase que la respuesta acudiese a él desde algún rincón del frondoso bosque al otro lado de la empalizada. Y entonces llega. Radomis: ¡Mira, la luz! ¡Lo sabía! ¡Ya están aquí! Gora Mum lo conduce hacia el lugar de la desaparición de Damos Te. Roda Alta: (Musita) Al menos en esto sí tenías razón. Radomis: (Apurado) Claro que tenía razón, en esto y en todo lo demás. ¡Debemos ocultarnos antes de que nos sorprendan! ¿Está todo dispuesto? Roda Alta: ¡Desde luego! Tal y como has indicado. Radomis: Pues corramos. Escondámonos en la fronda antes de que los ojos de Samiro de Gurna se posen sobre nosotros. Roda Alta: ¡Esta bien, se hará como tu digas! Radomis corre a ocultarse del grupo que porta las antorchas que han anunciado su llegada. Roda Alta se agacha y se demora un instante contemplando ya a los primeros miembros del grupo. Roda Alta: (Musita) Tranquilo, pueblo Lasta. Todos los misterios del universo parecen converger en nuestras modestas tierras. Pero yo estaré alerta para conjurarlos y defenderos de todos ellos. No en vano soy la guerrera de mayor rango, no en vano he jurado proteger al pueblo Lasta. Ya no queda fe ni confianza, pero todavía permanece mi lealtad intacta. Las voces del grupo se acercan y esa es la señal que necesita Roda Alta para correr a ocultarse. Gora Mum abre la marcha. Junto a ella camina Samiro de Gurna. Los guerreros los siguen a cierta distancia sin disimular su temores. www.librototal.net Camino Sidor Por Mila Oya |
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